1768…Un espantoso terremoto azotó gran zona de Imbabura, principalmente, de Ibarra. En medio de tanta desolación, el Presidente García Moreno consideró necesario traer al Ecuador a una comunidad religiosa que se preocuparía de las huerfanitas. Así, pues, para realizar sus proyectos, aprovechó que Monseñor Checa iba a viajar a Roma para resistir al Concilio Ecuménico organizado por el Vaticano. Entonces le encargó pedir al Santo Padre Pío IX una comunidad religiosa que pudiera encargarse del cuidado maternal de dichas huerfanitas.
Monseñor Checa, ya en Roma, fue a hablar con Su Santidad pero en la antesala se encontró con el Cardenal de Merode a quien contó el asunto de su visita al Santo Padre. Este Cardenal le sugirió escoger a las Hermanas de la Providencia quienes en poco tiempo habían fundado multitud de casas en Italia.
Pío IX accedió pues al pedido de Monseñor Checa y luego de mucha insistencia, accedió la congregación de la Casa Madre.
Luego de invitaciones para ir por tierras ecuatorianas de parte de la Madre Enmanuel, ocho religiosas de sólida virtud, zarparon, rumbo a Ecuador; luego de un largo viaje de tres meses, arribaron a Guayaquil. Ocho apóstoles llegaron a nuestra patria para extender el Reino de Dios.
¡Cuánto costaría a estas hermanas desprenderse de su patria, de su familia y de sí mismas!; no obstante, allí estaban, dispuestas a cumplir en ellas el plan de Dios.
Luego de permanecer en Guayaquil por un corto tiempo, salieron, rumbo a Quito. A lomo de caballo o de mula atravesaron la serranía. Qué de experiencias tuvieron que pasar, y en todas, jamás les faltó el humor, la sana alegría y sobre todo, la confianza en Dios. Ya en Quito, se alojaron un corto tiempo en el convento de las hermanas de los Sagrados Corazones; luego fueron al actual Beaterio y por último, el mismo Presidente les donó la casa actual que constituye el Colegio “La Providencia”.
Junto con la atención a las huerfanitas del terremoto de Ibarra, las Hermanas atendieron también al pedido de otras familias.
Así fue el feliz advenimiento de las Hermanas de la Providencia al Ecuador, una prueba más de que era la misma Providencia quien había guiado esta empresa y de que Ella la estaba bendiciendo.
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